¿Ves este castillo en máxima grandeza?
¿Ves la plenitud en mi nueva apariencia?
¿La ráfaga de premios que mi mano alcanza?
¿Ves a los demás tratarme en alabanzas?
¿Ves cómo dispongo de pagados placeres?
¿Lograr fiel fortuna desde mis deberes?
¿Me notas en la cima, en la mejor edad?
¿A seres señalarme como a una deidad?
–
Pues todo resulta de la paz confusa
que me he elaborado en la espera ilusa.
Anhelarte cerca ha sido combustible
de ciertas proezas que creí imposibles.
–
El pulido ópalo que mi hoy constituye
queda sin garantías si en mi vida fluyes.
Sin ínfimas dudas por la borda va
si le ocluye paso a nuestra verdad.
–
Oro que no brilla cuanto brillan tus ojos,
metal maravilla con desdén alojo.
Sé parezco ingrato
no finjo de barato
presumo no caer en clásica coacción
que el demonio vende en compensación
a lo insustituible, lo verídico grato:
Escucharte hablar al menos por un rato.
–
Si lo impredecible atreve a suceder
frente a los pronósticos del raciocinio
y mi único capricho me llega a conceder
la fuerza magistral dotada del dominio
encontraré la fórmula, método o principio
de concentrar en uno lo que antes doble fuera
y recorreré en tus pies tus múltiples riberas.
