Las nubes mutilan el brillo de la noche
el brillo de la vida tampoco ya percibo
si en esta vil distancia tus letras no recibo.
–
¿Cómo así sepultada queda nuestra historia,
si fue de mil batallas la auténtica victoria?
¿Cómo es que tu inocente voluntad
me sustrae de tu realidad?
¿Cómo es que me niegas la rendija?
y entonces ¿no respiro?
¡Comprende! me privas de cobijas.
¿Cómo no hay más que distorsión en mis recuerdos
aun cuando te repito en nítidas imágenes?
Siento en valle te disuelvas,
siento el océano te espante.
–
Voz de ave en vuelo de cometa
contra mí,
en tu quiebre,
no arremetas.
–
¿Será que no lo notas?
no hay más amaneceres sobre mis alas rotas.
–
Para ya de atormentarme
si no me amáis aléjate más que en plano físico,
abandóname con el arte que llegaras
y en mis poros te sembraras.
–
Así como te aferras a los cuatro ventrículos
sin más desaparece,
sin nuevos imprevistos.
–
Si en las décadas restantes
resultamos frente a frente
que no te reconozca,
que no ansíe tenerte,
que no quiera abrazarte,
que seas sólo alguien
y en cumbre no resaltes.
–
Escribo estas palabras,
el cuerpo se me enfría
los ojos se humedecen,
mi credo desconfía.
Consciente de que el día
en labios te presentes
sabré como destila
mi alma entre los dientes.
–
Los ases luminosos del amar yaciente
rechazarán costillas, carnes y prendas
desbordarán niveles
floreciendo en claveles
sin que alguien los reprenda.
–
El mundo es un pañuelo,
lograrte mi consuelo.
